miércoles, 11 de mayo de 2011

A mi Santiago:
¡Cómo creciste! no se cúando, porque el tiempo se ha ido tan rápido. Te conviertes en hombre y yo te he visto año tras año, de pronto ya no pude cargarte. Un día era imposible ganarte a las vencidas. Eres más alto que yo. Ahora yo te consulto algunas cosas. Tienes tus intereses y tus proyectos, tus planes y tu vida futura en la puerta. Y te veo con tanto orgullo.
Me hiciste abuela, contigo aprendí a jugar futbol, ganarte a las carreras y comer aquellas cosas que sólo contigo disfrutaba. Viajamos juntos, compartimos las noches con cuentos e historias, las cuales no me acuerdo. Pero hicieron en ese entonces un momento inolvidable.
Te he disfrutado cada vez que estamos juntos. Has hecho de mi vida una aventura.
Y de pronto, creciste. Estás en el umbral de tus sueños y yo te miro cómo felíz ingresas a esa vida de adultos. Vas a experimentar en nuevos campos que no veré, vas a encontrar nuevos amigos, que no conoceré. Seguirás creciendo muy lejos de mi vida. Pero siempre, a traves del tiempo y la distancia, mi amor te seguira en forma de oraciones. Estaré esperando alguna noticia tuya con la esperanza que el Señor sea tu guía, que no te apartes de Él de noche ni de día. Buscaré en medio de la tecnología, algún nota que me diga que estás felíz y sí algún día necesitas de un abrazo de tu abuela, lo enviaré por email para que llegue justo en el momento que lo buscas.
Te quiero mucho, Santiago. ¡Dios te bendiga cada día!
A quien pusiste el nombre de Abú y te quiere como no puedes imaginarte.

No hay comentarios.: